Proteger el espacio para defender la voz, una charla con la actriz María Balam

Han sido días bravos, de confrontación personal, de una sobre-estimulación de informaciones, datos y neurosis colectivas y propias; también ha habido momentos de mirar lo importante, de clavar la mirada en lo que es fundamental. 

Por Camel Perea

Esos días más amables modularon las dinámicas hacia una serenidad, para llevarme a hablar con María Balam, actriz egresada de la Escuela Nacional de Arte Teatral, con una experiencia sólida en los escenarios, que ha recorrido diferentes países desde su labor. Conectarse con sus palabras implica acercarse a una escucha amable y comprensiva, una conversadora audaz y humanista.

Propone la reconciliación entre el mundo clásico y el contemporáneo, desde la complejidad de abordar un texto clásico y retratar un momento histórico, un contexto cultural que trasciende,
porque toca fibras completamente humanas.

Su labor como intérprete de la escena apunta contundentemente al mundo clásico, pero desde un ángulo renovado y actual, por eso nos dice que los vestigios de la humanidad los encontramos en esas obras, los valores de los clásicos, a veces su lenguaje y ritmo difieren de nuestra época, ahí la labor de hacerlos digeribles para la sociedad en que se muestran.

Menciona que trabajar con la contemporanización de los textos clásicos es traspolar a la época y a la audiencia, que existe ahí el reto enorme de mantenerlos vigentes, agrega que la obra no pierde su valor, se hace asequible y es fundamental para acercar a la pieza original, lo que deriva en un ejercicio creativo estimulante, porque confronta los valores universales a través de nuestros propios códigos. María remarca que el autor no preescribe su texto en lo clásico, lo logra a partir de ir más allá.

Se identifica con el enclaustramiento de Sor Juana, la palabra reclusión la lleva a la cuarentena, a nuestro estado actual, ya que nos confronta con nosotros mismos respecto a nuestra condición humana, por ello la asociación fuerte con la clausura, con el encierro.

Dice María que Sor Juana nos enuncia la libertad del alma, uno de los temas que más la han tocado durante la cuarentena, que es clásica porque nos habla desde su sentir más profundo, en cuanto a lo estilístico nos recuerda la rendondilla donde desde esa lírica muestra su vigencia, desde lo temático, entre otras cosas, el enjuiciamiento a la mujer, que sigue imperando en los procesos psíquicos actuales, remarca también que los sonetos y teatro de La Décima Musa consolidan su vigencia por el análisis tan desmesurado que construye de la historia, desde lo novohispano, hasta los pandémicos días en que ahora vivimos.

Respecto a la educación teatral en nuestro país, Balam nos habla claramente de proteger el espacio para defender la voz, el amor a la vida y la curiosidad por el entendimiento de la misma, la orientación de las pedagogías teatrales tienen un compromiso con el acercamiento a las metodologías, más allá del talento mismo con el ejercicio escénico y que es indispensable no hacer daño a los alumnos por la carencia de estas herramientas, agrega que ya no toleran la violencia, ni los procesos agresivos y que será un gran beneficio para las escuelas de este país liberarnos de las tendencias violentas de la educación, erradicar esa costumbre para que el alumno no caiga en el rechazo del ejercicio teatral.

Que por ello los maestros deben comprender los procesos de desarrollo y aprendizaje, ya que nadie enseña a conocerte, radica ahí el trabajo de introspección, la labor del artista, porque un desconocimiento de estos procesos puede herir el espíritu del estudiante, que pretende aprender un arte que lo deja vulnerable, un mal ejercicio en esta prácticas puede resultar irremediable. Por lo que es imprescindible la profunda conexión de respeto entre docentes y alumnos.

Definitivamente fue una charla que me ha llevado a reflexionar, pienso que con un poco de
fortuna podremos charlar en otro momento, yo sigo meditabundo y atento, cuando se asoman
tantas verdades las sombras quedan sumergidas, porque el diálogo es luz, origen, dirección y
sentido.